Revista Raíces de Papel Nº 10 ( enero-junio ) 2013

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domingo, 27 de diciembre de 2009

NOCHE DE REYES (con permiso de Sir William)




Noche de Reyes 
(con permiso de Sir William)



Supongo que el título de este relato que se sustenta en el recuerdo, no molestará a Sir William Shakespeare. Pues salvando las distancias solo tendrá en común con su obra, el título. Faltaría más,  después de todo la “Noche de Reyes” es patrimonio de la humanidad, o quizás solo de los niños buenos, o quizás no ... o tal vez de los que aún pueden o quieren sentirse como niños y creen que la magia es posible.  



La Noche de Reyes más antigua que archiva mi memoria, se remonta al paso del ecuador de la década de los cincuenta. Recuerdo el olor a musgo y serrín que emanaba del belén, protagonista absoluto del pequeño cuarto de estar. Todo el mundo estaba interesado en que me fuera a dormir. Yo deseaba hacerlo, pero quería estar seguro de que todo estuviera en orden. El pan para los camellos y las copitas de anís para sus Majestades. Una vez supervisado todo, daba un beso a cada uno de los presentes, me ponía el pijama y a dormir. Pero no sabía lo que pasaba, por mas que apretaba los ojos, no podía conseguirlo. Me angustiaba la idea de que pasaran las horas, y al estar despierto pasaran de largo los Reyes. 


No me trajeron nunca el “Cheminova” ese juego de experimentos de química, que año tras año incluía en la carta. Claro que gracias a Dios que fue así, y hoy puedo escribir estas líneas.



El primer regalo que recuerdo, es una caja de compases de color negro, en cuyo interior forrado de terciopelo morado, lucían como joyas los distintos elementos de dibujo. El exterior de la caja estaba un poco rozado, y como yo siempre reparé en los detalles, le pregunté a mi padre, porque estaba así. Recuerdo que me respondió, que al sacarlo, tal vez se cayó al suelo y un camello lo pisó. Yo no me quedé muy conforme, pero acepté la respuesta.



Ahora, me traen  lo que quieren, pero nunca lo que les pido. Los regalos que a mí me  gustan son los que no se pueden envolver en papel. Paz, amor, salud, el  fin de la violencia en el mundo, poder limar los picos que pueden herir a otros. No se  porqué, nunca me hacen caso, pues la verdad es que yo me siento todavía como un niño. 
Javier Bueno  
                                          
                                                                                                 


3 comentarios:

Aleizar dijo...

A mi sí me trajeron el Cheminova y con mi vecino Adolfo lo pasabamos fenomenal haciendo experimentos. Aunque me sigue gustando escribir cartas ya nunca se las mando a los reyes, así que me limito a agradecer lo que me dejan. Es frustrante pedir esos regalos que no son materiales, ni se pueden comprar y ver que no te los traen, pero lo mismo es mucho pedir, son conceptos demasiado grandes y creo que Los Magos, ya no son tan magos aunque tu pienese que sigues siendo un niño.

PILARA dijo...

Es precioso sentirse niño, con la que está cayendo. Ojalá se cumplan sus deseos o, al menos, que no vayamos a peor. También hay que meditar sobre lo que pedimos, como tu juego de química, porque si se nos concede...
Una historia tierna y evocadora.

cruz dijo...

Muy bonito. La magia sigue dando vueltas por ahí, haces bien en intentarlo. Yo también escribo carta y duermo inquieta por la espera.

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