Revista Raíces de Papel Nº 10 ( enero-junio ) 2013

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REVISTA "RAÍCES DE PAPEL" Nº 12 ( 2014 )

miércoles, 15 de abril de 2009

LOS PARAGUAS DE VENECIA




JAVIER BUENO JIMÉNEZ

Los paraguas de Venecia
( "VENEZIA NEL GIORNO TI PENSO, NELLA NOTTE TI SOGNO." )


Siempre tuve una atracción singular por Venecia. Pero nunca terminaba de hacerle una visita. Aquella tarde, todo se confabuló para que yo tomara la apresurada e irrevocable decisión de hacer un viaje, y conocerla.
Un compañero de trabajo, me había hablado de una amiga, que hacía lectura de manos y efectuaba regresiones hipnóticas. El hecho de ser además profesional de la medicina, me dio confianza para hacerle una consulta sobre mis vidas pasadas. Tema que en con mis dos décadas de existencia me tenía fascinado. Llegué a la cita a primera hora de la tarde, el pequeño apartamento de la calle Cadarso de Madrid, proyectaba sus ventanas sobre los copetes de la Estación del Norte. Allí tras una relajación, Carmen me condujo por mi supuestas vidas anteriores. En una de ellas, me veía muy delgado, con un extraño sombrero y caminando por los puentes de una inéquivoca ciudad que debía ser Venecia. En las manos llevaba varios rollos de pergamino. Me dijo que era músico, y que escribía música en esa época. Me contó muchas cosas más de otras vidas pasadas, pero lo de Venecia era especial. Al día siguiente, fui al banco a consultar mi cuenta corriente, y aunque no era como para tirar cohetes, si creía poder distraer el dinero necesario para poder hacer una escapada de fin de semana. Dicho y hecho. Acababa de comprar mi sueño en oferta, que además incluía de regalo un paseo en góndola de una hora. Mi encuentro con la ciudad de mis sueños estaba cerca, a tan solo solo seis dias de distancia.
Llegué al pequeño aeropuerto de Marco Polo desde Madrid, en poco más de dos horas. Un autobus atravesando el Mestre me llevo al Piazzale Roma, que es la terminal de todo el transporte acuático de Venecia. Este fue mi primer contacto con la esencia veneciana. Allí tomé el vaporetto que a lo largo del Gran Canal me llevaría a la Plaza De San Marcos. La tenue brisa refrescaba mi cara, y respire con profundidad. A ambos lados del canal los palacios y casas señoriales se prodigaban, y dejaban entrever en sus grietas la historia de siglos. Sus paredes desconchadas me fascinaban y cada vez mas y mas, sentía formar parte de todo aquello. No se porque, pero todo mi cuerpo se estremeció y mis lágrimas se desbordaron sobre las densas aguas venecianas, pasando a formar parte del espejo donde la ciudad contempla su hermosura. Al llegar a San Marcos, descubrí la torre del Campanile junto a las columnas de San Marcos y San Teodoro . Pude admirar el esplendor de la Laguna y la Isla de San Giorgio Maggiore con su rosado monasterio. La verdad es que entre tanta belleza no sabía para donde “tirar”. Decidí descubrir mi “Locanda” es decir, mi alojamiento y una vez instalado descubrir la ciudad, o que la ciudad me descubriera a mí...
La pequeña calle Albanesi, partía de los arcos del Palacio Ducale y serpenteaba por el corazón de Venecia. A mi paso pude descubrir multitud de tiendas de máscaras, galerías de arte, de cristal de murano, de papel y algún que otro restaurante y pizzerias. Despues de atravesar una tranquila plaza, llegué a la Fondamenta del Rimedio, donde se encontraba mi hotel junto a un pequeño canal. Todo perfecto y con la esencia y sazón de la ciudad. Me acomodé en el hotel y salí dispuesto a “comerme” Venecia. El cielo amenazaba lluvia, y no se hizo esperar, llegando al puente del Rialto, los cielos se abrieron y una lluvia intensa hizo su aparición acompañada de un fuerte viento. Todo el mundo corría, los paraguas afloraron por todas partes, al igual que los multicolores impermeables. Truenos, relámpagos por todas partes. La gente se refugiaba donde podía. Yo entré en un pequeño café que estaba abarrotado de gente, y tome un capuchino. La camarera que llevaba una graciosa cola de caballo me miró con tertura al verme empapado de arriba abajo. Por fín escampó un poco y pude continuar mi visita a la ciudad, al paso me encontraba con un sin fin de paraguas destrozados por el viento. En los canales flotaban como grandiosos nenúfares multicolores, ofreciendo un espactáculo inusitado. Al día siguiente, tome el vaporeto y crucé al Lido, para ver la playa veneciana. Hacía sol, pero continuaba el viento, la playa se mostraba desolada e inmensa, de pronto algo chocó contra mi espalda, al darme la vuelta vi una sombrilla de color marfil, con encanjes, como de otra época. Me agaché para recogerla y la contemple en esta posición unos instantes al levantarme,
frente a mi, aparecio una bella mujer vestida de largo con encanjes, que enseguida pensé era la dueña de la sombrilla. Sin mediar palabra y con una rosada sonrisa reclamó su pertenencia. Alguien venía corriendo hacia ella y grito: “
Signora Mangano, per oggi tutto finito. Il signor Visconti l'invia un bacio”
En 1970 el director de Cine Luchino Visconti rueda en el Hotel des Bains del Lido de Venecia su mítico film basado en la novela de Thomas Mann “Muerte en Venecia”

TORMENTA EN VENECIA
Un trueno desgarra la tarde,
la rata gigante de ojos rojos
mira nuestra espalda.
Un mar con olas
emerge de la vieja plaza veneciana.
Todos corren vestidos de amarillo
iluminados por los flashes del relámpago.

**********
Venice Storm
Thunder tearing the afternoon, the giant rat of our red-eye look back. A sea with waves emerge from the old Venetian square. All are dressed in yellow, illuminated by flashes of lightning.

2 comentarios:

PILARA dijo...

Un paseo muy evocador, muy visual y la Mangano... ¡qué señora!

David dijo...

Que lindo despues de tanto tiempo de desear una ciudad, poder ir a veranear alli. Yo hace tiempo queria viajar y conocer Mexico, y aquie me tienes enviandote este mensaje desde mi alojamiento en veracruz

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