Hace cinco años, nos dejaste, después de una dura batalla contra el dolor. Gracias por tu bondad y actitud generosa en todo momento. Con agradecimiento al personal de la Residencia Monte Carmelo de Madrid.
PADRE, ME DUELE TU AUSENCIA
Desde mi universo sin sol,
sigue creciendo mi cariño
Me encuentro feliz pues te siento joven,
abandonado ya el cuerpo
que te hizo esclavo
y te encadenó al dolor.
Padre, por fin
ha terminado el tiempo oscuro
y aquellos malos sueños
que poblaron tus noches.
Han vuelto al mar los peces, ya no están
debajo de tu cama,
ni salen a asustarte
cuando llega la sombra
del mediodía.
Padre, mis lágrimas no son amargas,
se han tornado dulces y generosas
como fue siempre tu mirada
y el hueco de tus manos.
GRACIAS, PADRE,
por ser semilla buena del Dios Bueno
que en tu ser habita.
9 comentarios:
¡Ay, ese "hueco de tus manos", cuánto se añora! Precioso, Javier, lleno de sentimiento como tú sabes
Gracias Cruz por tu cariñoso comentario.
Un abrazo
Javier
Los seres queridos siguen vivos mientras sigen existiendo en nuestro recuerdo. Él se fue pero tú sigues llevándolo de la mano.
Lágrimas como una mirada, como unos brazos. Lágrmias dulces en dulces versos, amigo Javier. Es muy emotivo. Me ha encantado el final, ese "Dios Bueno". Abrazos.
Gracias Juan y Marcos por vuestras acogedoras palabras.
Un abrazo
Javier
Precioso poema Javier, se nota que te ha salido del alma. Es bueno ver como el tiempo ha ido dulcificando los recuerdos, seleccionando imágenes entrañables y tiernas para atesorarlas en la mente, que se van superponiendo a aquellas que tanto nos hicieron sufrir, aliviando así el peso del sufrimiento, aunque siga siendo profundo el hueco de su ausencia.
Duelen y siempre seguirán doliendo las pérdidas, pero se dulcifican con un homenaje tan hermoso.
Hay un libro de Héctor Abad Faciolince que se titula "El olvido que seremos". Es un título entre hermoso y escalofriante, pero mientras sigamos llevando a nuestros seres queridos en el corazón y en la mente eso no sucederá, como dice Juan ahí arriba. Es un poema hermosísimo en el dolor de lo aceptado. Un abrazo y gracias por traérnoslo...
Gracias Alba por tu recomendación y por tu cariñoso comentario. Lo que no se olvida, no muere.
Javier
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